En este post encontraréis todas las informaciones y curiosidades sobre la vida y oficios de los monjes en el Monasterio de Sant Cugat, no perdáis ni un momento en ir a conocer el modus vivendi de los habitantes del conjunto monástico de Sant Cugat.

Monasterio de Sant Cugat

El Monasterio de Sant Cugat es conocido como una joya del arte románico a nivel escultórico y arquitectónico, una auténtica pieza única del patrimonio artístico medieval. En este ambiente único los monjes que se regían por la regla de San Benito tenían una serie de deberes y obligaciones que tenían que cumplir según su rol dentro del conjunto monástico.

Monestir de Sant Cugat

La regla de San Benito

Cómo sabéis el Monasterio de Sant Cugat es una congregación que sigue la regla de San Benito. El monje italiano San Benito de Núrsia escribió entre los años 534-550 un código legal-religioso que se conoce como “La Regla de san Benito”. Se trata de una obra que establece las bases de la vida monástica y que será el referente fundamental de todos los cenobios de occidente. Las directrices del texto privilegian la plegaria personal para tener una comunicación más íntima con Dios y conducir al monje a una más gran perfección interior. Predica igualmente las virtudes de la humildad, el renunciamiento a un mismo y la caridad.

A pesar de que su autor desarrolla 73 normas concretas y precisas que articulan toda la vida monástica, apunta también que todas ellas son revisables y se prestan a matices diversos por parte la autoridad del monasterio: el abad. Este sabe como se tienen que aplicar concretamente la ley en función del talante concreto de cada Monasterio. El único que no se tiene que perder de vista es la esencia de la Regla, que consiste a vivir en paz, trabajar y rezar.

La jornada de un monje

La jornada del monje se basaba en 8 horas litúrgicas, que se hacían aproximadamente cada 3 horas. Esta división del tiempo se basa en la interpretación del Salmo V que dice “siete veces en el día te alabaré” y “a medianoche me quitaré para darte las gracias”. El momento de las oraciones se comunicaba mediante el toque de las campanas. Los horarios son definidos en la época medieval en función de la longitud estacional del día. Las horas se podían mesurar con relojes de sol, agua o arena.

Se empezaba hacia medianoche, con el servicio de los maitines, seguido por unas horas más de descanso antes del oficio laudos. Después, a la aurora, se rezaba la hora delgada (primera hora del día, cuando sale el sol). Al acabar esta oración los monjes se reunían en la sala capitular para recibir las consignas y órdenes para la jornada y discutir los asuntos propios del día.

También había tiempo por las actividades personales como por ejemplo la lectura o el trabajo artesanal hasta el oficio de tercera para continuar a posteriori con otros trabajos. Hacia mediodía decían el oficio de sexta y comían. Posteriormente los monjes se podían retirar hasta el oficio de nones. Seguidamente de este oficio se hacían normalmente los trabajos al huerto y otros servicios hasta que la comunidad se reunía por las vísperas. Finalmente, se rezaban las completas y al acabar iban a dormir para levantarse pronto para los maitines. Y así día detrás día.

España pintoresca, 1842. Pi i Margall claustre

El Costumario de Sant Cugat y los cargos monásticos

Tenemos información sobre la vida de los monjes benedictinos de Sant Cugat al s. XIII gracias al abad Ramon de Banyeres, que encargó la escritura de un Costumario. La coordinación y la mayor parte de la redacción de la obra recae a la figura del monje Pere Ferrer, quien entregó el manuscrito en 1224 después de tres años de trabajo.

Es un documento que expone con bastante detalle todos los aspectos de la vida monástica. Nos relata la vida de una comunidad de unos 30 monjes y de los diferentes cargos que tenían. A continuación desarrollamos algunos de los más importantes:

Abad

Abat Odó Monestir de Sant Cugat

El nombre abad viene del hebreo “abba” que significa padre. Este es el cargo más alto por un monje, el cual era escogido por votación entre todo el cenobio. El abad es responsable del conjunto monástico y el guía de todos monjes. Sus principales funciones son: dirección de los actos litúrgicos, reunión diaria con los monjes a la sala capitular para repartir los trabajos diarios, dar penitencias y ordenar a los novicios. También son sus responsabilidades auditar las cuentas (internos y de los pavordes) y hacer contratos de establecimientos de tierras, así como nombrar clérigos de las iglesias dependientes y controlarlas.

Prior

Es el asistente del abad y, en su ausencia, ocupa su lugar. Pero no puede firmar contratos, ni bendecir las lecturas, derechos reservados exclusivamente al abad.

Pavorde

El pavorde es el monje encargado de determinadas tierras del monasterio. En Sant Cugat había cuatro Pavordías: la del Vallès o mayor, la del Penedès, la del Palacio (zona Montseny) y la del Llobregat. Los pavordes administran las tierras, y con el dinero recaudado tienen que proveer necesidades de la comunidad de monjes (como proporcionar comida, pagar a los criados, o administrar el horno de pan) por unos meses concretos. El abad distribuía las responsabilidades entre las pavordías. A pesar de que el pavorde mayor se encargaba de administrar justicia y gestionar los asuntos económicos de la villa de Sant Cugat, este acostumbraba a tener un vicario civil que se encargaba de los asuntos menores y más cotidianos.

Sacristán

El sacristán administra las ropas, las cuerdas y las campanas, el óleo y la cera, y los cálices y el incienso.

Camarero

Tiene que proveer los monjes con toallas, bacines, y navajas para la higiene, y además darles cada dos años una pelliza de lana y una túnica. También había, entre otros, un “propinero”, bodeguero, enfermero, chantre o preceptor, maestro de escuela y una figura, que se encargaba de habilitar el comedor (o refectorio) para que no faltara de nada.

El monje italiano San Benito de Núrsia escribió entre los años 534-550 un código legal-religioso que se conoce como “La Regla de san Benedicto”. Se trata de una obra que establece las bases de la vida monástica y que será el referente fundamental de todos los cenobios de occidente. Las directrices del texto privilegian la plegaria personal para tener una comunicación más íntima con Dios y conducir al monje a una más gran perfección interior. Predica igualmente las virtudes de la humildad, el renunciamiento a un mismo y la caridad. A pesar de que su autor desarrolla 73 normas concretas y precisas que articulan toda la vida monástica, apunta también que todas ellas son revisables y se prestan a matices diversos por parte la autoridad del monasterio: el abad. Este sabe como se tienen que aplicar concretamente la ley en función del talante concreto de cada Monasterio. El único que no se tiene que perder de vista es la esencia de la Regla, que consiste a vivir en paz, trabajar y rezar.

Hasta aquí el post de vida y oficio de los monjes, ¿habéis aprendido cosas nuevas e interesantes?