Museu _Monestir de Sant CugatCon el exclaustración de 1835, las dependencias monásticas pierden su función. Desde entonces el futuro del conjunto se teje con el esfuerzo por la conservación el monumento y la oportunidad de asignar nuevos usos al servicio de la población.
En paralelo a los primeros años de abandono y expolio, el Ayuntamiento de Sant Cugat manifiesta enseguida su interés por el Monasterio. En la década del 1840, se opone a la venta de los claustros como material de obra y la conversión del terreno en solares, y consigue del Estado la cesión del dominio útil de la mina de agua, la iglesia y el Palacio Abacial para parroquia y vicaría, de los claustros para conservarlos y dotarlos de usos públicos, y los huertos de los monjes para poder asumir este compromiso con su arrendamiento. Pero las finanzas municipales son insuficientes para abordar la conservación de los claustros y la actuación de los otros implicados en la conservación, la Comisión Provincial de Monumentos y el Obispado de Barcelona, también es limitada. Sea como fuere, además de reparaciones sencillas, se hacen obras de más envergadura, como el atirantado de la galería norte del Claustro por parte de Elies Rogent, en 1852, el cimborrio por parte de Villar Lozano, en 1890. Dentro del recinto monástico se ubican el cementerio municipal y el matadero, y dentro de los claustros, la escuela pública y las casas consistoriales.
A finales del siglo XIX crece el interés por el monumento y se produce una cierta presión mediática a causa del mal estado de la iglesia. El 1902 se crea la Junta Restauradora del templo del Monasterio, que vende la tabla del martirio de Sant Cugat a la Junta de Museos de Cataluña para poder financiar la restauración de la iglesia.
El 1931 el Monasterio es declarado Monumento Nacional y la Generalitat de Cataluña emprende nuevas intervenciones al Claustro poniendo sobre la mesa, por primera vez, el potencial arqueológico del conjunto con el hallazgo de la basílica paleocristiana. La Diputación de Barcelona durante el franquismo y la Generalitat de Cataluña a raíz de la restauración democrática continúan desplegando campañas de intervención arquitectónica y arqueológica en el monumento, bajo la mirada de sucesivos patronatos que implican la sociedad civil. La iglesia y el Palacio Abacial han mantenido las funciones parroquiales, pero el Claustro ha acogido nuevos usos y, entre otros, ha sido la Escuela de Pintura Mural (1962-1985), la Facultad de Filosofía y Letras de la Universitat Autònoma de Barcelona (1968-1972) y el Centro de Restauración de Bienes Muebles de Cataluña (1981-2003).
El 2003 se da un nuevo paso en la definición del monumento. El Ayuntamiento culmina un plan director en el Monasterio con la creación del Museo de Sant Cugat en el Claustro, con el objetivo de poner en valor el monumento y la historia del municipio. Unos años más tarde asume la propiedad llena del conjunto. Hoy en día el uso parroquial del templo perpetúa la tradición cristiana en el Monasterio y el uso cultural del monumento quiere construir un espacio de admiración y de conocimiento para la ciudadanía.