En esta entrega os traemos un texto muy especial de la mano de nuestro estimado guía y educador del Monasterio Jorge Rodríguez Ariza, Dr. en Historia del Arte y especialista en arte Medieval y simbología. Cómo sabemos que os gusta descubrir nuevos aspectos y detalles interesantes y desconocidos del Monasterio y su historia, os hemos preparado un post sobre los más bellos manuscritos del Scriptorium del Monasterio De Sant Cugat.
Los más bellos manuscritos del Scriptorium
Más allá de la arquitectura y las esculturas o pinturas que pueda conservar, uno de los tesoros más preciados de cualquier monasterio medieval son los manuscritos producidos en su scriptorium. El estudio y la escritura son pilares fundamentales de la vida benedictina, junto con la oración. Por eso, cuando se conserva alguna parte de estas producciones, uno/a puede hacerse una idea real de la tarea cultural de los monjes de la edad mediana. El Monasterio de Sant Cugat, en este sentido, ocupa un espacio de honor. La primera referencia documentada de la producción literaria de los scriptoriums medievales catalanes proviene, precisamente, de nuestro Monasterio. Se trata de ‘La historia de los reyes de Francia’, producida en 940. La obra no la conservamos, pero tal como señala el historiador Domènc Miquel, sabemos que el texto se llegó a traducir al árabe, información que conocemos gracias a fuentes andalusís, puesto que fue un regalo del conde de Barcelona en Córdoba.
Scriptorium del Monasterio de Sant Cugat
Todavía hoy el Archivo de la Corona de Aragón guarda más de 80 manuscritos del antiguo Scriptorium del Monasterio de Sant Cugat. Algunos de estos documentos son realmente antiguos y se remontan al siglo XI, como por ejemplo el libro ‘Diadema monachorum’. Algunos documentos del scriptorium de Sant Cugat conservados en el Archivo de la Corona de Aragón han acontecido claves importantes para la historia de la cultura catalana, como por ejemplo la primera traducción del Decamerón de Boccaccio en 1429. Otros manuscritos, por su parte, son herramientas fundamentales para conocer el funcionamiento de la vida monástica medieval, como por ejemplo el ‘Consuetudines Monasterii Sancti Cucuphatis’ más conocido cómo ‘El Costumario de Sant Cugat’. La obra fue escrita por el monje Pere Ferrer a principios del siglo XIII como encargo del abad Raimon de Bañeras. Este libro tenía la intención de dejar por escrito cuáles eran los usos y costumbres del Monasterio o, mejor dicho, qué tenían que ser estos usos y costumbres. Ciertamente, la producción de este libro solo se puede entender a la luz de las tensiones que se vivían dentro de la comunidad monástica entre los monjes partidarios de las nuevas disposiciones del Concilio de Latera de 1215 y los que, como el abad y el mismo costumario, defendían las viejas costumbres.
Pero, más allá de estos documentos, que son un tesoro histórico y literario, el Scriptorium santcugatense fue productor de algunos manuscritos donde los miniaturistas medievales generaron un rico y original repertorio de imágenes para codificar la historia sagrada y su teología mediante el lenguaje simbólico. A continuación, presentaremos y comentaremos algunas de las más bellas muestras de estas miniaturas que un día fueron realizadas en el Scriptorium de Sant Cugat. La selección es en realidad una pequeña cata que tiene que servir como un convite a la exploración de estas obras fascinantes.
Sacramentario de Sant Cugat
Folio 69v del ‘Sacramentario de Sant Cugat’, S. XII. La imagen muestra el pasaje de la Crucifixión de Cristo, flanqueado por las figuras de María y san Juan Evangelista. La parte superior de la imagen presenta un Sol a la derecha de Cristo y una Luna a su izquierda, elementos que podrían hacer alusión al eclipse narrado por el Evangelio de Marc o bien, más simbólicamente, remitir a la idea que el Cristo está realizando la conjugación o reunión de la dualidad del cosmos, la cual quedaría también expresada a la naturaleza femenina de la Virgen y a la masculina del evangelista.
A los pies de la cruz encontramos un semicírculo convexo con una figura humana barbada. Se trata de Adam. La Tradición recoge que Cristo fue crucificado en el monte Calvario, que quiere decir “calavera”, puesto que era creencia que allí fue enterrado Adam, es decir, que bajo la cruz se encontraba su calavera. La idea que transmite la miniatura es la de la regeneración del ser humano mediante el sacrificio de Cristo en la cruz. El antiguo Adam se levanta de la tierra, resucitado, gracias a la acción del nuevo Adam, que es Cristo. Los elementos vegetales del marco de la escena refuerzan esta presencia de la vida renovada.
Missal de Sant Cugat
Folio 17r del ‘Misal de Sant Cugat’, 1315. El interior de esta letra capital policromada y con fondo de oro acoge el episodio de la epifanía o visita de los magos al niño Jesús. El niño, sentado en la falda de la Madre, recibe los regalos que llevan los magos, que han llegado hasta el lugar que buscaban gracias a la estrella que los ha guiado y que está representada a la parte superior de la letra. La composición recuerda mucho a la del capitel con el mismo tema que encontramos al Claustro románico del Monasterio, donde también aparece uno de los magos señalando la estrella y haciéndole notar su presencia a otro mago, mientras que el primero de ellos hace la ofrenda al Niño Jesús.
Biblia de Sant Cugat
Folio 5r de la Biblia de Sant Cugat, siglo XIV. El margen izquierdo presenta una elegante miniatura vertical donde se han insertado escenas de los siete días de la Creación narrados en el Génesis bíblico. La octava y última imagen es la de Cristo a la cruz y se puede interpretar como el “Octavo día de la Creación” o “Día de Mesías”, concepto que encontramos en la exégesis judeocristiana y que alude a la restauración del mundo creado y posteriormente caído. La acción sacrificial del Mesías es la que hace posible este retorno al mundo primordial salido de las manos de Dios.
‘Missale’ de Sant Cugat
Folio 329r del ‘Missale’ de Sant Cugat, siglo XV. La miniatura presenta una imagen de Dios en Majestad bajo la forma de Cristo, tal como indica el nimbo crucífero dorado que encontramos detrás de su cabeza. Con la mano izquierda sostiene el orbe y con la derecha hace el signo de la bendición. Este cristo divinizado se encuentra flanqueado por el símbolo de los Tetramorfos: águila, ángel, león y toro, que tradicionalmente se corresponden a los cuatro evangelistas: Juan, Mateo, Marcos y Lucas, respectivamente. Hay que recordar, pero, que a la iconología más antigua, estas figuras aludían a los cuatro aspectos de Cristo: Dios hecho hombre (figura humana-angélica), que muere en sacrificio (toro), que resucita (león) y que asciende al Cielo (águila).
Hasta aquí el texto y la presentación de los tesoros que esconde el Monasterio. Esperamos que hayáis disfrutado y analizado detalles desconocidos sobre los más bellos manuscritos del Scriptorium del Monasterio, unos materiales artísticos y documentales únicos que ayudan a explicar la historia y la importancia del Monasterio más poderoso del Condado de Barcelona.