La Navidad en el Monasterio de Sant Cugat está marcada en el imaginario colectivo por el asesinato del abad Biure en 1350. Aquel año el noble Berenguer de Saltells, a causa de una disputa testamentaria, asesinó al abad de Sant Cugat, dentro de la iglesia la misma noche de Navidad, causando así un gran impacto en la comunidad monástica, y también en la sociedad de aquella época.

Los Saltells forman una familia de la baja nobleza con base en el mas (masía o cortijo) Saltells, en Cerdanyola, y tienen unos vínculos muy estrechos con el Monasterio. Ramón de Saltells, el padre de Berenguer, al morir el 1348 deja sus bienes al Monasterio, con una reserva de 10.000 sueldos para su hijo, que en aquel momento está ausente. La memoria monástica explica esta ausencia atribuyendo a Berenguer una vida disoluta, pero el cierto es que no se conoce el motivo y se ha considerado la posibilidad que estuviera en campaña con el ejército del rey. Sea como fuere, Berenguer volvió un año más tarde y reclamó su parte de la herencia. A pesar de las desavenencias con el abad Ramón de Biure, acuerdan finalmente una cantidad y un plazo que el abad incumple. Según el relato recogido en las Constituciones de Cataluña, la noche de Navidad del 1350 Berenguer de Saltells y sus compañeros, miembros de la élite vallesana y ayudantes suyos, irrumpieron en el coro de la iglesia durante el oficio de maitines con barbas postizas y las espadas desenvainadas. Finalmente, matan al abad y después huyen por siempre jamás y dejando, detrás suyo, toda una leyenda.

Este episodio no modifica el rumbo de la historia del Monasterio, pero deja impronta en su época. El crimen causó conmoción por la relevancia de los implicados y la fecha escogida, y se erige, así, en un aviso de la nobleza contra el poder creciente y abusivo de la Iglesia, acaparadora de bienes y riquezas. Las cortes de Perpiñán tratan el caso dos meses después e imponen penas a los asesinos, pero a la vez legislan sobre herencias para limitar la pérdida del patrimonio familiar a causa de las donaciones piadosas a la Iglesia.

Con el tiempo se va construyendo una leyenda en torno a los personajes y lugares implicados, y se ha mantenido la memoria hasta la actualidad. Hoy todavía se conserva en la iglesia la urna que supuestamente contiene los despojos del abad i en el Museo Diocesano de Barcelona, el alba que vestía la noche de Navidad, manchada de sangre. La capa, más lujosa, está troceada y repartida por diferentes museos de todo el mundo. Desde el año 2000, se revive cada año el episodio con la obra musicada Piedra y sangre.