El patrimonio artístico de la iglesia del Monasterio

El templo del Monasterio de Sant Cugat conserva diferentes elementos artísticos y culturales de diferentes periodos de su larga historia, muchos de los cuales tienen un valor patrimonial de gran interés. A continuación, hemos realizado una selección.

Virgen del Bosque

Virgen del Bosque

Imagen románica, posiblemente del siglo XII, ubicada en el ábside izquierdo o de Santa María. Proviene de la ermita de Santa María de Gausac, antigua propiedad del Monasterio situada en Collserola.
A comienzos del siglo XX, la primitiva imagen de la Virgen María del Monasterio, románica, es vendida junto con otras antigüedades..

para poder financiar las obras de restauración del templo. En la década del 1940, es sustituida por otra talla románica proveniente de la capilla de Santa María de Gausac o del Bosque, situada en la sierra de Collserola y entonces ya desafectada de culto.
La virgen aparece coronada y sentada sobre un trono bajo, colocando sus pies encima de un escabel; sostiene con la mano derecha una fruta (María como nueva Eva) y con la izquierda protege al Niño, sentado sobre su regazo, ligeramente desplazado a la izquierda. En el momento de su introducción en el templo, fue objeto de una restauración bienintencionada, pero excesiva.
Joan Amades recoge una leyenda según la cual esta imagen fue encontrada en el bosque milagrosamente por un buey, como tantas otras vírgenes en todo Europa

Retablo de Todos los Santos_Monasterio de Sant Cugat

Retablo de Todos los Santos

Situado actualmente en el ábside sur de la iglesia, es un retablo gótico obra del taller de Pere Serra, realizado sobre 1400. La advocación de Todos los Santos va ligada a la orden benedictina y a su plegaria por los difuntos. La mesa central se dedica a la Virgen del Rosario. El retablo gótico de Todos los Santos se ha atribuido estilísticamente..

en el taller de Pere Serra. Se trata de una obra de finales del siglo XIV, perteneciente a la tradición italiana, dentro de la corriente del gótico internacional. Formalmente se compone de tres calles separadas por cuatro montantes donde se han representado algunos santos de manera aislada. La parte superior incluye tres escenas dentro de unos plafones apuntados, dorados y con pináculos florales, mientras que la parte inferior es una predela con el Cristo lacerado, bajado ya de la cruz.
El plafón central, que ocupa el espacio de tres escenas, está dedicado a la Virgen del Rosario con el Niño Jesús en el regazo. En sus pies hay un monje minúsculo en actitud devota, que representa el donante. Encima suyo, hay la imagen del calvario, con San Juan y las santas mujeres. A ambos lados, encontramos un plafón con ángeles guiados por un San Miguel guerrero.
Los laterales se organizan en tres escenas sobrepuestas. De arriba abajo, los patriarcas y profetas del Antiguo Testamento, donde se distingue sin dificultad Moisés, el rey David y San Juan Baptista; debajo de ellos se encuentra la Iglesia triunfante, aquellos creyentes en Cristo que han muerto en probada santidad, encabezados por San Pedro como primer papa. En el nivel inferior, encontramos a las mujeres, las vírgenes con coronas y las mártires con palmas. Ante sede hay Santa Anna, madre de la Virgen María. En la base del retablo, la predela, los personajes están representados de medio cuerpo: María y San Juan junto a Cristo lacerado; San Benito, fundador de la orden monástica; su hermana Escolástica; Santa Margarita y Santa Catarina, y, en los extremos, San Pedro y San Pablo.
En la parte alta de los montantes hay un pequeño escudo que pertenece a la familia Oliba, mercaderes de Barcelona con tumba propia en el Claustro de la catedral. Posiblemente el monje donante era miembro.

Capillas barrocas

A finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII se lleva a cabo una modificación importante en la cuarta nave de la iglesia, hasta entonces corrida, que es dividida en tres capillas barrocas separadas por sacristías estrechas. Su diseño implica la construcción de nuevas vueltas, unos dos metros más bajas que las góticas originales. Para evitar sobrecargas, se construyen a la catalana, con una triple hoja de baldosa. Hay que añadir a estas vueltas la reforma de la capilla que hay bajo el órgano.

Capilla de la Piedad

Capilla de la Piedad

La capilla se encuentra construida dentro del cuerpo del campanario. Originariamente dedicada a San Juan Baptista, en el siglo XVI se divide en dos partes en altura para ubicar el órgano en la parte superior. En 1706 se reforma para dedicarla a la Virgen de la Piedad. La instalación del órgano obliga a construir una vuelta intermedia en el que antes había sido un espacio único de gran altura.

La nueva dedicación de la capilla inferior a la Piedad lleva a plantear una decoración funeraria de esgrafiados en blanco sobre un fondo negro, con follajes retorcidos en medio de los cuales hay la representación del ave fénix, símbolo de la resurrección, picoteando uva, símbolo de la eucaristía.
El año 1706 se encarga un nuevo retablo al escultor local Josep Sala Gener, que había aprendido el oficio de su padrastro, Francesc Santacruz. El retablo es presidido por un grupo escultórico formado por la figura de la Virgen María, rigurosamente vestida de negro, con Cristo, su hijo muerto al regazo, que acontece una evocación de la Madre-Iglesia y el fiel (hijo de Dios) difunto. Por todo ello se ha considerado que debía de cumplir funciones de capilla funeraria del Monasterio. Las arquitecturas laterales están formadas por parejas de columnas salomónicas. Su rotación imprime un movimiento ascensional que ayuda a centrar la mirada en la imagen. Entre las columnas, un ángel vestido de guerrero antiguo sostiene un cirio. Encima del entablamento hay una pequeña figura de San Juan, casi tocando la vuelta.
Actualmente la capilla aloja la reserva del Santísimo. El pavimento era de baldosa, con baldosas decoradas a la vela, pero a causa de su mal sido en 2000 se reforma y se sustituye por un enlosado neutro de mármol blanco. Delante de este, se localiza la losa sepulcral de la familia Almendro.

Capilla de San Bartolomé

Capilla de San Bartolomé

Esta capilla, donde destaca la factura del retablo del maestro Francesc Santacruz y la imagen pictórica de San Bartolomé llevada a cabo por el maestro Miquel March, es uno de los espacios barrocos más importantes del Monasterio: encontramos elementos propios de este estilo, como por ejemplo su recargada arquitectura, con las columnas salomónicas como protagonistas.

Hay varias tradiciones sobre los lugares que evangelizó este santo, pero la más aceptada es su predicación en Armenia, donde habría convertido a la hermana del rey, el cual, como castigo, ordenó arrancarle la piel en vida. Esta leyenda parece la cristianización del mito clásico de Apolo y el pastor Marsias y es, justamente, el episodio que representa la pintura central del gran retablo que aloja la capilla. Esta pieza se empieza a trabajar en 1672 y se encarga el maestro Francesc Santacruz, con la colaboración de un carpintero local, Josep Gener, con la hija del cual se acabará casando. De estilo barroco, el retablo consta de una recargada arquitectura que enmarca una sola calle central, donde se localiza la pintura ya mencionada del martirio de San Bartolomé, obra del artista valenciano Miquel March, que quizás se inspiró en la pintura del martirio de San Felipe de Josep de Ribera.
En el basamento inferior del retablo sobresalen dos dados sobre los cuales encontramos un par de columnas salomónicas por banda, que enmarcan la pintura central. En los laterales hay dos plafones cortados con figuras de santos, que ayudan a enfatizar la potencia de estas columnas y del entablamento superior. En la parte alta hay una única hornacina con una talla de San Hermenegildo.
La parte baja de la pared de la capilla está revestida con un umbral de cerámica policromada, del cual destacan los dos plafones con el escudo del Monasterio, una torre coronada con el báculo y la mitra abacial, timbrada por una corona imperial de la cual bajan dos ínfulas con la leyenda “Octaviani Caesaris Augusti Castrum”.
El pilar de piedra de conglomerado sobre el cual reposa una imagen de la Virgen de Montserrat, obra del imaginero Amat, proviene de esta montaña emblemática.

Capilla de San Benito

Capilla de San Benito

Esta capilla se sitúa en el centro de la cuarta nave del templo, separada de las dos capillas vecinas por sacristías estrechas. En 1221 ya se hace referencia a un altar dedicado a San Benito, fundador de la orden monástica de Sant Cugat. La capilla, profusamente decorada, es uno de los mejores ejemplos del barroco catalán.

El 1775 Francesc Santacruz ya trabaja en la ornamentación de la cúpula de la capilla de San Benito, creando los medallones que serán pintados por Pasqual Savall y continuados después de su muerte por Josep Laiga. La tarea de la doradura se encarga a Pere Pau Vinyals, considerado el mejor maestro de aquella época. El retablo propiamente dicho no se contrata hasta el 1688 y parece que el paga la familia Erill, señores de la Torre Negra.
La estructura arquitectónica de este retablo barroco se compone de tres calles, dos pisos sobre predela y el ático superior. Los plafones resultantes contienen seis telas pintadas al óleo, dedicadas a los reformadores de la orden benedictina (los santos Guillermo, Joan Gualbert, Silvestre, Romuald, Robert y Pere Celestí).
En el espacio principal del retablo se abre una hornacina que aloja una imagen escultórica de San Benito demasiado pequeña, dado que el original desapareció en 1936.
Los elementos de separación verticales son figuras volumétricas de ángeles portadores de cirios en la parte baja y músicos en la parte alta. Encima de sus cabezas se localizan los escudos de órdenes militares que siguen la regla benedictina.
Existe una falsa tradición que dice que el retablo lo pagó Felipe II, el 1585, y una razón histórica explicaría esta confusión: la voluntad de vincular la capilla con la monarquía, de forma que en el intradós de la arcada de acceso se sitúan los retratos de los monarcas de la casa de Austria que reinaban antes del 1700 (Carlos I, Juan de Austria, Felipe II, Felipe III y Felipe IV). En los montantes también hay pintadas sus águilas bicéfalas sosteniendo y protegiendo el escudo oval del Monasterio. La guerra interrumpe la obra y el 1734 se encarga a Pere Ruiz y al pintor Joan Grau que lo acaben. El cambio dinástico motiva que en el reinado de Felipe V se añadan dos leones encima de la cornisa exterior, símbolo de la casa de Borbón, en idéntica actitud protectora verso el Monasterio. El tímpano contiene una pintura al fresco del tráfico de san Benedicto, bajo la cual hay un gran escudo del cenobio.

Leyenda del Gallo de la Veleta

Leyenda del Gallo de la Veleta

Dentro de la capilla de San Benito se conserva una de las piezas artísticas más emblemáticas del Monasterio. Se trata de una veleta medieval metálica en forma de gallo. Originariamente se encontraba en su lugar habitual, encima del cimborrio, pero hoy se conserva en la capilla para recordar lo que explica una conocida leyenda del Monasterio …

según la cual este gallo cantó en el momento del asesinato del abad Biure, la noche de Navidad del 1350.
En la capilla de San Benito hay un objeto antiguo, de origen medieval: la veleta del cimborrio. Se trata de una pieza volumétrica que representa la figura de un gallo, hecho de hierro y cobre batido. Después de la exclaustración y la desamortización monacal, con la iglesia ya haciendo las funciones de parroquia, esta veleta se saca de su lugar original y se sustituye por otra, una simple plancha recortada.
El litigio entre el heredero Saltells y el abad Biure es de una gran complejidad, pero se acostumbra a simplificar diciendo que Raimon de Saltells, un caballero anciano y viudo, se refugia en el Monasterio de Sant Cugat y en aquellos momentos de peste y guerra, sin saber si su hijo Berenguer vive o muere, deja su herencia al Monasterio, salvo una reserva de 10.000 sueldos por si el hijo vuelve. Pero Berenguer vivía y, después de su retorno, reclamó la herencia completa. El caso es arbitrado por el jurista barcelonés Pere de Su Rovira, el cual determina que, según la ley, los monjes le tienen que pagar 48.730 sueldos en un plazo de seis meses. Una vez transcurrido este tiempo, Berenguer de Saltells todavía no ha recibido el dinero y, la noche de Navidad del 1350, él y cinco compañeros penetran en la iglesia y matan el abad Biure. La leyenda dice que el gallo, horrorizado, canta y se le siente desde los monasterios de Sant Llorenç del Montón y de Montserrat. El rey Pedro III concede a los asesinos un mes de tiempo para presentarse voluntariamente ante el veguer de Barcelona, cosa que evidentemente no hicieron. Aprovecharon este margen de tiempo para huir a Francia y posarse bajo la protección del conde de Foix.

Capilla de Santa Escolástica

Capilla de Santa Escolástica

Hermana de San Benito de Núrsia, desde muy joven se consagra a Dios y vive en un monasterio próximo al de su hermano. Es considerada la fundadora de la rama femenina de la orden benedictina. El culto a la Santa Escolástica se encuentra documentado en el Costumario del Monasterio del 1221. Su capilla es la última de la cuarta nave, tocando a los pies del templo.

Una parte del retablo fue mutilado el 1938, dado que la capilla fue reconvertida en bar por los diputados de las penúltimas cortes de la República.
A pesar de que el retablo no está documentado por sus rasgos estilísticos podría ser obra de los Santacruz, como los otros tres. El fondo plano del espacio central, donde se sitúa la gran pintura de la santa titular, resta enmarcado por una potente arquitectura lateral formada por dos parejas de columnas salomónicas a ambos lados, separadas por una estrecha faja en la cual hay talladas tres imágenes en relieve.
La cúpula de la capilla está decorada con unas pinturas sencillas sobre un fondo blanco. En el tambor de la vuelta y en las conchas se dibujan unas hornacinas con imágenes pintadas de diferentes abadesas de la orden, todas ellas tocadas por coronas que simbolizan su virginidad. Encima de los muros laterales encontramos dos escenas, una es de la muerte de la santa y la otra, de las conversaciones místicas con su hermano. En el tímpano exterior de la capilla hay una escena de exaltación de la santa, parecida a la capilla vecina de San Benito, de pobre calidad artística. En el lugar de la clave de la arcada de acceso hay dos escudos: el perro de los Meca y la bota de la familia Sabater, cosa que indica que son, verosímilmente, los mecenas de la obra. Hay que recordar que los Sabater se refugian en el Monasterio durante la Guerra de Sucesión. La capilla había alojado la cofradía del Corpus Christi o de Minerva, con sepultura propia.

Pica bautismal

Pica bautismal

La capilla de la Santa Escolástica conserva una bella pica bautismal proveniente de la parroquia de Sant Pere d’Octavià. Se trata de una obra escultórica renacentista del siglo XVI, seguramente hecha en Girona. Con el estallido de la Primera Guerra Carlista, en 1833, la iglesia parroquial de Sant Pere de Octavià es transformada en cuartel y su culto se traslada al Monasterio, junto con una parte de su mobiliario litúrgico …

como la pica bautismal.
Se trata de un elemento cortado en piedra numulítica de Girona, en forma de copa, con un basamento cuadrado recubierto de follaje del cual arranca un fuste con la misma ornamentación vegetal. La parte superior es octagonal y en su cara exterior presenta una serie de pequeñas hornacinas con el relevo de un santo, separadas por balaustres. Evidentemente no puede faltar San Pedro, patrón de la parroquia, flanqueado por Sant Pablo y por San Sebastián, abogado contra la peste. Otros personajes son San Roque, semejantemente protector contra las epidemias de peste; Santa Margartia, que lleva una copa con el dragón que simboliza el triunfo del bien sobre el mal; dos personajes mitrados en actitud de bendecir, probablemente San Benito, fundador de la orden, y San Severo, supuesto mártir en el castrum Octavianum, y una santa con una copa (de perfumes o ungüentos), que podría ser Santa María Magdalena.

Retablos renacentistas

La prosperidad económica de los campesinos de Sant Cugat durante el siglo XVI comporta más ingresos al Monasterio, los cuales se traducen en una serie de mejoras en el interior de la iglesia, como por ejemplo la instalación de nuevos retablos de estilo renacentista. Conservamos dos: el retablo de San Miguel y el retablo del Rosario.
La segunda mitad del siglo XVI es una época de relativa prosperidad para los campesinos de la villa, hecho que, evidentemente, mejora también los ingresos del Monasterio, principalmente de todas aquellas detracciones que se hacen porcentualmente sobre la cosecha. Así, empiezan una serie de obras de mejora del interior de la iglesia, entre las cuales destacan dos retablos que conservamos todavía en su interior: el retablo de San Miguel –originariamente situado al ábside derecho– y el retablo del Rosario –primitivamente instalado en el ábside izquierdo–. Ambas piezas son buenos ejemplos de las nuevas maneras de hacer del arte de aquel tiempo, en que las fachadas de la arquitectura religiosa inspiran la distribución de los retablos, en los cuales encontramos columnas, pilastras o frontones.

Retablo de San Miguel

Retablo de San Miguel

El muro norte de la iglesia acoge un retablo renacentista dedicado al arcángel San Miguel. El retablo consta de predela, dos pisos y ático, divididos en tres calles separadas por unas pilastras austeras. El espacio central del primer piso está totalmente ocupado por una hornacina que aloja una escultura barroca dorada que representa a San Miguel…

y que sustituye el original renacentista, seguramente más grande. Las esculturas de San Antonio Abad y de San José son de la década del 1940, obra de Jaume Duran. En el ático, encontramos una pintura de San Miguel derrotando a los ángeles rebeldes, y encima un tímpano con la figura simbólica del Espíritu Santo en forma de paloma. Las pinturas al óleo sobre lienzo representan la vida de San Plácido y otros santos benedictinos.

Retablo del Rosario

Retablo del Rosario

Esta pieza sustituye los elementos románicos que hasta entonces habían presidido el ábside izquierdo o de Santa María. Se sabe que la obra de carpintería se empieza el 1583. Sus pretensiones son superiores al de San Miguel y se divide en cinco calles, dos pisos y ático. La advocación de la Virgen María del Rosario se populariza en el siglo XVI…

bajo el guiaje de los dominicos y suplanta la antigua tradición catalana de la Virgen del Rosario. Las pinturas de los plafones hacen referencia a los quince misterios de las tres partes del rosario. En el ático se encuentra la crucifixión, por encima de la ascensión, ubicada en el centro del segundo piso. En el tímpano encontramos el Espíritu Santo.

Sepulcro del Abad Odó

Sepulcro del Abad Odó

Cómo en tantas otras iglesias, dentro del templo hay diferentes tipos de sepulturas, todas con el deseo común de restar cerca de las reliquias del mártir titular. La sepultura principal y más monumental de la iglesia del Monasterio es la del abad Odó. Odó es elegido abad del Monasterio en 985 después de la muerte del abad Joan en la razia de a Al-Mansur. De origen aristocrático, culto y buen diplomático …

logra el precepto del rey Lotari de Francia, por el cual quedan confirmadas las propiedades del Monasterio y le concede la inmunidad; este es el último de los privilegios carolingios concedidos en Cataluña. El año 1002 también consigue una bula papal de Silvestre II, por la cual el Monasterio se vincula directamente a Roma y se desata del obispo de Barcelona.
El 998 es elegido obispo de Girona, cargo que compatibiliza con el de abad. A partir del año 1000 impulsa la reforma arquitectónica del conjunto monástico, con una nueva iglesia, una ala del Claustro y el campanario. A la vez, amplía y reorganiza sus dominios territoriales. Muere a causa de las heridas recibidas en la campaña contra Córdoba (1010). En el siglo XV, los monjes le dedican una sepultura monumental en el muro norte del templo: aparece la estatua yacente de Odó, con sus atributos como abad: mitra, báculo, guantes y casulla. El conjunto, coronado por un gran gablete gótico, es realmente la sepultura más destacada del Monasterio.

Sepulcro de Raimon de Saltells

Sepulcro de Raimon de Saltells

En la pared norte de la iglesia encontramos el sepulcro de la familia Saltells, nobles de Cerdanyola que quedarán ligados, por siempre jamás, a la historia y la leyenda del Monasterio. En la pared norte de la iglesia del Monasterio, no muy lejos del sepulcro del abad Odó, encontramos otro sepulcro, menos monumental pero igualmente destacado dentro de la historia de Sant Cugat.

Se trata del sepulcro-osario del noble Raimon II de Saltells y de su mujer, Jacma de Vall, abuelos de Berenguer de Saltells, el hombre que asesina el abad Biure la noche de Navidad del 1350. La pieza, sostenida en ménsulas sobre la pared, es de estilo gótico y presenta dos escudos de esta familia noble de Cerdanyola, de la cual, más allá de la leyenda, no encontramos ningún otro rastro a partir del 1358.

Cuadros de la vida de San Benito

Cuadros de la vida de San Benito

En el último cuarto del siglo XVIII se pintan la serie de cuadros sobre la vida de San Benito, destinados a ornar la nueva sala capitular. Después de la exclaustración, los cuadros son almacenados en las buhardillas del Palacio Abacial y se deterioran. Restaurados en la Facultad de Bellas artes de la Universitat de Barcelona en la década del 1980…

vuelven al Monasterio para ocupar el espacio donde actualmente los contemplamos, ya a comienzos del siglo XXI.
Emplazados originariamente en la nueva sala capitular del Monasterio a finales del siglo XVIII, las pinturas finalmente son almacenadas en las buhardillas del Palacio Abacial después de la desamortización del 1835, donde se deterioran gravemente. A partir del 1982, pasan a la Facultad de Bellas artes y estudiantes en prácticas las restauran. Una vez acabada esta tarea, vuelven al Monasterio y, a carencia de otro espacio, a comienzos del siglo XXI se ubican a los pies de la nave sur de la iglesia, dispuestos cómo si fueran un retablo.
La serie de pinturas, poco estudiada, se basa tanto en los hechos históricos de la vida de San Benito como en otros acontecimientos de tipo legendario. Todos los episodios que conocemos de la vida del fundador de la orden benedictina provienen de la biografía escrita por el Papa San Gregorio (540-604), que es la principal fuente por el programa iconográfico.
El cuadro principal es el llamado tráfico, o momento de su muerte, de pie y después de recibir la eucaristía. Otras escenas son la entrevista con el rey Totila, la redacción de la regla, el milagro de la copa envenenada que se rompe sola, y como sus plegarias hacen huir a los demonios de los templos paganos. Por ahora, se desconoce el autor.

Órgano

Órgano

La música siempre ha sido un elemento esencial en los oficios litúrgicos monacales y seguramente que desde tiempo antiguo debía de haber un órgano. El actual se sitúa en la banda sur del transepto, encima de la capilla de la Piedad. El mueble del instrumento es un buen ejemplo de la talla en madera del Renacimiento.

La maquinaria que hace sonar el órgano ha experimentado múltiples reparaciones y modificaciones a lo largo de los siglos. La última gran intervención en el órgano se inaugura el 3 de marzo del año 2000.
El 29 de septiembre del 1499 los monjes firman un contrato con el maestro Ermenter Brocà de Barcelona para construir un nuevo órgano; más adelante, el 1523, continúa trabajando Miquel Cerdaña. Su ubicación en la nave lateral permite que el organista pueda controlar el presbiterio y el coro por medio de dos espejos estratégicamente dispuestos, hoy sustituidos por una pantalla digital. Instalado en este punto, el órgano tapa la parte alta de la antigua capilla de San Juan, una circunstancia que se aprovecha para construir un nuevo piso intermedio donde se coloca el fuelle que proporciona aire al instrumento.
Hay que diferenciar entre lo que es el mueble propiamente dicho y la máquina. Lo que ha pervivido es básicamente lo primero, mientras que la segunda ha pasado por múltiples reparaciones y modificaciones a lo largo de los siglos. La última se inaugura en 2000 y no es completa.
El mueble del órgano adopta una estructura arquitectónica en madera de dos pisos y parece que es obra del tallista Joan Masiques (1526). destaca la barandilla de la tribuna, profusamente ornamentada con relevos de estilo renacentista que representan temas del nuevo humanismo: bustos burlescos, figuras desnudas de las cuales destacan la anatomía y el movimiento del cuerpo, y figuras complemento vegetales que no dejan ningún espacio vacío. El coronamiento del órgano, también arquitectónico, acoge un escudo heráldico que muestra un león rampante mirando a la izquierda, sin que se pueda atribuir a ningún personaje concreto, dado que puede pertenecer a varias familias. Los teóricos guardapolvos laterales han acontecido meramente ornamentales.
Medio escondidos, quedan algunos restos de las pinturas románicas de la antigua capilla de San Juan en la arcada superior, ahora dentro de la caja del órgano, y otras tapadas por la barandilla de la tribuna.